Tres - Puentes
Me despierto agitado, cosa inusual, y me viene a la memoria el menos conocido que famoso efecto de resonancia en puentes colgantes.
La resonancia es un fenómeno que se produce cuando un cuerpo capaz de vibrar es sometido a la acción de una fuerza periódica, cuyo periodo de vibración coincide con el periodo de vibración característico de dicho cuerpo. Uno de los ejemplos más conocidos es la rotura de una copa de cristal, al ser sometido a determinada frecuencia sonora.
El 12 de abril de 1831 el puente colgante de Broughton se vino abajo mientras lo cruzaban setenta y cuatro soldados en formación. La marcha de los soldados, marcando el paso, se dijo que hizo entrar en resonancia al puente. Es decir, el golpeteo rítmico de sus pies había coincidido con la frecuencia propia de la estructura, resultando en su destrucción.
Esto provocó que los ejércitos británicos tengan orden, todavía vigente hoy en día en varios países, de romper el paso al transitar sobre una estructura. Hay fuentes que afirman que esa indicación ya se daba en la época de Napoleón o del Imperio romano.
Hasta ahí, y considerando los estudios que pudieron haberse hecho en esa época, la resonancia parecía la culpable del asunto.
El caso más conocido, con fotografías e incluso filmaciones, es el del puente de Tacoma Narrows (todos vimos alguna vez ese puente retorciéndose como si fuese de goma hasta colapsar)
Inaugurado el 1 de julio de 1940, medía más de 1800 metros de longitud, siendo en su momento el tercer puente más grande del mundo, y el único en desplomarse 4 meses y 6 días después de su inauguración.
Hubo resonancia en el puente de Tacoma Narrows, pero no fue esa la causa de su colapso
Esa causa debe buscarse en otro concepto de la física, llamado autoexcitación aerodinámica (no es un nombre muy elegante, convengamos), en el cual entran en danza agentes externos como el viento, y un juego complejo de vórtices que van desarrollando fuerzas de empuje en un sentido y el contrario, hasta que la estructura termina cediendo.
Ahí me di cuenta que la combinación entre la resonancia que a veces percibo y los agentes externos que siempre están, hizo que me despierte dando vueltas en la cama como si de una pesadilla se tratase, y nada más alejado.